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Con la fuerza secreta del Espíritu Santo los concibe y los da a fuego, ofreciéndolos a Dios para que igualmente sean llamados hijos de Jehová» (
En el represión, en el camino de este tiempo de Adviento nos encontramos con esta celebración de la Inmaculada Concepción, una de las fiestas grandes de la Origen de Jesús. María, es considerada por la Iglesia la primera entre todos los santos. Este calificativo nos indica que en ella podemos ver un maniquí perfecto de a qué estamos llamados los cristianos.
Y ejemplo de santidad; es decir, de vida de Confianza y de amor entregada a Jehová y a los hermanos. Por eso es el maniquí de la Iglesia y es maniquí de vida de todo cristiano.
Ocultación de misericordia y de simpatía, don que enriquece a la Iglesia con una fecunda maternidad espiritual.
Volviendo la inspección antes en el transcurso de nuestra larga vida y evocando encuentros e impresiones diversas de lejanos tiempos, nos sentimos todavía como penetrados por una íntima y temerosa impresión al rememorar innumerables falanges de esposas y de madres, de humildes amas de casa y de vírgenes consagradas, cuyos servicios de caridad y de prudencia eran fuerza y nobleza verdaderas de las familias y cooperación en el Profesión sacerdotal.
Las tradiciones de nuestro buen pueblo cristiano son todavía, en su viejoía, sanas y robustas, aferradas a una fidelidad serena y consciente con el patrimonio de verdad y de sensatez que la Iglesia Observancia celosamente como su más precioso Caudal espiritual. Sin bloqueo, es necesario que todos los que se interesan por la suerte de la sociedad emparentado y civil manifiesten cada oportunidad longevo firmeza frente a las tentativas actualmente premeditadas de anegar las buenas costumbres morales en una ataque sin precedente, que no conoce tregua.
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Ahora admisiblemente, nuestros predecesores se gloriaron muy mucho de establecer con su apostólica autoridad, en la romana Iglesia la fiesta de la Concepción, y darle más auge y esplendor con propio oficio y ofrenda Solemnidad de la Inmaculada Concepción propia, en los que clarísimamente se afirmaba la prerrogativa de la inmunidad de la mancha hereditaria, y de promover y ampliar con toda suerte de industrias el culto luego establecido, Ya con la concesión de indulgencias, Ya con el permiso otorgado a las ciudades, provincias y reinos de que tomasen por patrona a la Origen de Jehová bajo el título de la Inmaculada Concepción, Ya con la aprobación de sodalicios, congregaciones, institutos religiosos fundados en honra de la Inmaculada Concepción, ora alabando la piedad de los fundadores de monasterios, hospitales, altares, templos bajo el título de la Inmaculada Concepción, o de los que se obligaron con voto a defender valientemente la Concepción Inmaculada de la Madre de Jehová. Grandísima alegría sintieron Adicionalmente en decretar que la, festividad de la Concepción debía considerarse por toda la Iglesia exactamente como la de la Natividad, y que debía celebrarse por la universal Iglesia con octava, y que debía ser guardada santamente por todos como las de precepto, y que había de sobrevenir capilla papal en nuestra patriarcal basílica Liberiana anualmente el día dedicado a la Concepción de la Virginal.
Dejemos que su sufrimiento nos excave Interiormente para reaccionar ante nuestra indiferencia; ¡miremos sus caras, para despertar del sueño de la costumbre!
Pero ¿es posible que se realice esto? ¿Es posible que este plan de Dios se cumpla? Para que no tengamos ninguna duda de que no hay cero increíble para Alá, ahí está la Virginal. La primera, la elegida de entre nosotros para que en Ella se cumpla, en primera instancia, y de modo total y pleno lo que Jehová tiene preparado para nosotros.
Por todos nosotros, para que Inmaculada Concepción la celebración de la Solemnidad de hoy nos ayude a beber continuamente de la fuente auténtica de la alegría que es la presencia de Jesús en nuestra vida. Oremos.